La verdad sobre el extranjero mexicano en 1902: ¡La respuesta después de más de un siglo!

Según documentos históricos, en junio de 1902, un grupo de mineros que trabajaban en las montañas de Sierra Madre, México, descubrió accidentalmente una tumba antigua. Cuando abrieron la tapa del ataúd que se encontraba en el interior, se quedaron estupefactos por lo que vieron: un cadáver con rasgos extraños, completamente diferente de los cadáveres humanos normales.

Este cuerpo es más pequeño que el promedio, solo alrededor de 1,5 metros. La cabeza tiene una forma extraña, casi similar a una cabeza humana pero con líneas inusuales. La cara no tiene fosas nasales, sino solo pequeños respiraderos. Los ojos son grandes y redondos, con una membrana delgada que los cubre, lo que los hace lucir muy diferentes a los ojos humanos normales. El cráneo tiene una forma alargada e inusual.

Los arqueólogos y científicos realizaron numerosas investigaciones y estudios detallados. Los resultados del análisis de ADN y las características del cuerpo demostraron que no se trataba de un individuo humano, sino de una especie completamente diferente, de origen desconocido.

Este suceso provocó una gran controversia entre los científicos e investigadores de exoplanetas. Algunos creen que se trata de una prueba de la existencia de extraterrestres, mientras que otros lo niegan y tratan de buscar otras explicaciones.

Aunque han pasado más de 100 años, la historia de los “extraterrestres” en México en 1902 aún no ha sido respondida satisfactoriamente. Este suceso continúa atrayendo la atención y curiosidad de muchas personas alrededor del mundo.