Madre Chachapoya es la más antigua jamás encontrada en una cueva llena de gas sulfuroso, la mejor conservada descubierta hasta ahora. 

Enclavado dentro de los confines del Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú en Lima se encuentra un enigmático testimonio de la antigua cultura peruana: la Necrópolis de la Momia de Pacaras. Preservada por el suave abrazo de la naturaleza, este sitio ofrece una visión cautivadora de las costumbres y tradiciones de épocas pasadas.

Este tesoro arqueológico, que el arqueólogo peruano Julio C. Tello denominó originalmente “Paracas-Necrópolis”, es reconocido hoy como una faceta significativa de la cultura Topará, que se remonta al período comprendido entre el 500 a. C. y el 200 d. C. y prosperó en el valle de Chincha, situado más al norte de su famosa necrópolis.

En el corazón de esta antigua tradición se encuentra la finca Warikayan, un complejo que comprende cámaras subterráneas. Se cree que cada cámara sirvió como lugar de descanso final para familias o clanes específicos, que abarcaron varias generaciones. Sorprendentemente, algunas de estas cámaras contenían hasta 400 tumbas funerarias, lo que da testimonio de la profunda reverencia y el significado cultural que se atribuye al culto ancestral.

El atractivo central de la necrópolis son las momias meticulosamente envueltas, envueltas en capas de telas. Estas telas, conocidas en todo el mundo como las “mantas Paracas”, muestran una artesanía y una destreza artística excepcionales. Cada sudario cuenta una historia de reverencia y homenaje, y ofrece una perspectiva de las creencias y rituales espirituales de la cultura Topará.

A medida que los visitantes pasean por las cámaras sagradas de la Necrópolis de las Momias de Pacaras, se transportan al pasado, envueltos por los ecos de antiguos rituales y tradiciones. Este notable sitio sirve como un conmovedor recordatorio del legado perdurable del rico patrimonio cultural del Perú, invitando a la exploración y la contemplación de los misterios del pasado.